jueves, 22 de octubre de 2009

Cuerpo y alma

A veces nos empeñamos en contar la vida (o la muerte) de forma idílica a los niños, alejándoles del dolor de la realidad. Cuando Ángel nos preguntaba por los abuelos, le contamos sin pensarlo mucho, que "estaban en el cielo"

A Ángel le encantan los días soleados con nubes blancas de algodón en el cielo y siempre ha identificado que allí están sus abuelos.

Cuando hace unos días me preguntó por una línea de autobús (conoce a la perfección la ruta de cada una de las 11 líneas, excepto de la línea 4, que va al cementerio), le surgió la curiosidad de por qué esa línea subía al Cementerio, qué había allí.
Se lo expliqué con un nudo en la garganta (odio los cementerios, trauma infantil) y él me volvió a dar una clase de pseudo-realidad producto de mis cuentos y la caja tonta: "Mamá, cuando nos morimos, dejamos la piel en el cementerio y así pesamos menos y volamos como los Ángeles del Queso Philadelphia"

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