Pues sí. No fumo, no bebo, no gasto grandes cantidades de dinero en ropa ni complementos, pero soy adicta subirme en taxis.
El viernes, cogí 6 taxis, 6, mi record. En toda la semana, unos cuantos más. Cada subida y bajada al hospital suponía una nueva petición de taxi.
Muchas veces por las prisas, por agotar el tiempo en algo importante, por tener que ir corriendo a otro lado, por estar agotada termino llamando a Radiotaxi para que me ayuden en mis desplazamientos.
Por suerte, en la mayor parte de las ocasiones los taxistas son amables, discretos, el interior huele bien y el trayecto es agradable.
Sin embargo,en otras ocasiones ,tengo que aguantar a taxistas que vomitan insultos contra todo: contra los peatones, contra los políticos, contra la lluvia. Suelo hacerme la loca, pero cuando se dirigen a mi para unirme a su causa o para preguntarme mi opinión, suelo responderles que tengo demasiada prisa y no puedo concentrarme en algo tan banal. Aunque he de reconocer que en alguna ocasión no he podido aguantar su mala leche y con prudencia, les he pedido que se callen.
Un servicio público debe ser discreto, rápido, no confraternizar en exceso, no volcar las opiniones más personales e irascibles de cada uno.
Por eso agradezco la atención de los taxistas que me transportan de un lado a otro de Alcalá y de Madrid con profesionalidad.
1 comentario:
jacooooooooooooo cuanto tiempo¡¡¡ aqui la bajada de bandera esta cariiiiisima, yo apenas cojo taxis
Publicar un comentario