lunes, 18 de mayo de 2009

Mario Benedetti nos ha dejado




Venía a contaros que siento una tímida alegría por haber llegado a las 5000 visitas.


Así , sin querer, queriendo, sin grandes expectativas, sola, voy contando cosas, algunas más alegres, otras con pequeños nubarrones sentimentales y vitales y todas, todas, vinculadas a un verso de un poema de Benedettí, que nos acaba de dejar.


Y, aunque físicamente se haya ido, me ha dejado un buen arsenal de libros firmados de su puño y letra, ya que le he buscado siempre que andaba por Madrid y en los últimos años (hace más de 5 al menos) bastante ajado. Firmaba el que iba a ser mi libro, mirándome y dándome las gracias y como dice Juan Cruz en su artículo de hoy de El País, apuntando con palotes los libros que iba firmando.


Si me enteraba que iba al Círculo de Bellas Artes a presentar su poesía a los jóvenes, allí estaba. Si tomaba café con "sus amigos", me sentaba cerca, muy cerca, para escucharle y sentir su presencia de abuelo amable y sereno.


No hace falta que busque ninguna grabación, porque tengo el eco de su voz, cómo declamaba uno de mis poemas preferidos y que da subtítulo a este blog: lenta, remarcando cada verso, dándole vida.


Y mientras escribo, veo las letras como acuarela difuminada, porque me caen los lagrimones por su pérdida.
«Te dejo con tu vida, tu trabajo, tu gente, con tus puestas de sol y tus amaneceres. Sembrando tu confianza, te dejo junto al mundo, derrotando imposibles, segura sin seguro (...) Pero tampoco creas a pie juntillas todo. No creas, nunca creas, este falso abandono. Estaré donde menos lo esperes. Por ejemplo, en un árbol añoso de oscuros cabeceos. Estaré en un lejano horizonte sin horas, en la huella del tacto, en tu sombra y mi sombra (...)».

1 comentario:

Iguru dijo...

Que penita niña, creo que para mucha gente era el abuelete, pero nos quedan sus libros, sus poemas y su recuerdo