En estos días
decidí parar y pensar , con un poco de tiempo y juicio, qué es lo
vivo y lo que sucede a mi alrededor.
Por mi situación,
me siento en relación a otras mujeres una persona privilegiada, pues
dispongo de trabajo fijo, horario cómodo y , en realidad, estoy
contenta con él. Estar ahí, crecer, promocionarme es decisión mía,
siempre y cuando quiera y pueda. Mi entorno ahora mismo me permite
sentirme cómoda y útil.
Durante muchos años
todo esto ha facilitado tener una actitud militante en temas sociales
y he podido formarme y formar , creciendo junto a muchas personas.
En mi adolescencia ,
cuando mi padre falleció me puse a trabajar siendo menor de edad
para ayudar a mi madre y la decisión sobre ese papel la tomé yo,
pensando en un rol protector que quizás mi madre necesitaba , aunque
nunca lo pidió. Yo lo sentí así y lo hice. Y fuimos equipo.
Estoy agradecida hoy
por tener el trabajo que tengo y por el que me jugué años de
carrera para opositar y poder compaginar ambas cosas. Después, viviendo en
pareja, seguí estudiando, cambié mi perfil profesional y abrí otro
camino en mi vida , dedicado a lo social.
Siempre he sido muy
“echada para adelante”, sin cortapisas por mi pareja ni por el
hecho de tener familia, pues hablando, mirándonos a los ojos, todo
estaba solucionado.
En algún momento,
por comodidad, he podido preferir que llevaran las riendas de algunas
decisiones, pero la mayor parte de las veces siempre consensuadas,
con mucha negociación , siempre con diálogo.
En la actualidad,
las decisiones de mi vida y de mi familia pasan exclusivamente por mi
y, aunque he tenido momentos de cobardía, hoy en día me maravillo
de lo que hago y pienso. Y a veces me da vértigo, porque durante
muchos años, podía hablar, debatir, sentirme apoyada por otra
persona y ahora la responsabilidad sobre mi destino es sólo mía.
Sé que tengo un
colchón de personas maravillosas a mi lado , pero el día a día y
el devenir de mi vida lo decido yo.
Y aún sintiéndome fuerte, sabiendo que puedo, hay personas que a día de hoy siguen preguntándome cómo puedo hacerlo si no tengo a un hombre al lado.
Se puede, os lo aseguro.
Cuando me planteé
si hacer huelga, tuve en la cabeza otros elementos que me frenaban,
cierto: no me parecía una convocatoria totalmente inclusiva de todos
los colectivos de mujeres. Me muevo en un mundo en el que incluso
haciendo una huelga feminista, dejamos fuera a muchas mujeres por una
cuestión de espiritualidad e invisibilidad. Y ésto me preocupaba
más incluso que mi derecho a hacer huelga por ser Jacqueline.
Había una parte
personal y egoísta y tenía que ver con mi reducción obligada y
correcta de sueldo y quizaś reducción de días de permiso y esos
frenos los tengo por mi obligación como responsable de una familia
monoparental y el desgraciado hecho de tener pocos días de
vacaciones para poder estar con un hijo que disfruta de un largo
verano.
Lo hablé con él
escuchándome todo lo que aquí os cuento, y me apoyó y me dijo que
adelante.
Descarté los paros
porque me parecían parches a una realidad que hace falta “chillar”,
como dice mi amiga Amaya y hoy, jueves 8 de marzo, estoy haciendo
huelga, aunque no de pensamiento.
Y quienes me empujan
a ello son mujeres que han marcado y me acompañan y hacen de
Jacqueline la persona que es. Esto es para mi un reto, por intentar
ser mejor y creer que un grano de arena junto a otros consigue una
inmensidad de cambios.
Siempre la tengo en
mente, pero mi madre fue todo fortaleza.
Una madre que salió
de su pueblo ante situaciones de violencia e injusticia que marcaron
su corazón para siempre. Esa mujer se educó en Madrid, trabajó y
decidió cómo quería su futuro y el de su marido, fuera de España,
fuera de una dictadura que le rompió su infancia y la de su familia
y en los años 50 la cercenaba constantemente.
Es cierto que ella
me educó igual que a mi hermano, con ciertas condescendencias hacia
él, pero sobre todo incentivándome siempre a ser lo que yo quisiera sin depender de nadie, como ella hizo.
Y me reconozco en
ese carácter, esa fuerza de “lo tengo que hacer yo”, aunque a
veces tenga que extender el brazo para decir “os necesito”.
A veces te levantas plof, porque tienes una avería en casa. Seguro que tengo que aprender a resolverlas y me
hará más fuerte y orgullosa, de ser capaz, pero no es lo más
importante ahora en mi vida. Es más importante compartir momentos
con mis hermanas Cajeras desprendiéndome de mi piel, prejuicios y
estereotipos y sentir el calor del grupo motor CAJE que me ilumina y
poder seguir día a día pensando y actuando como militante social,
humilde, aprendiza, esponja de todas y todos.
Si he hecho la
huelga no ha sido realmente sólo por mi.
Pienso en cada mujer
desaparecida dicen que por arrebato convertido en asesinato.
Pienso en cada mujer
que hoy debe seguir trabajando para no poner en peligro su contrato y
su manutención, viviendo con miedo el ejercicio de un derecho.
Pienso en las
mujeres que trabajan en condiciones precarias, a las que veo cada día
en mi trabajo y atiendo desde mi situación de poder. Vidas que pasan
por mi vida y a las que quizás no presto la atención debida.
Pienso en cada una de nosotras cuando sentimos en nuestro oido palabras denigrantes y cosificantes. Ayer noche hablaba con mis amigos Sergio e Isa de este tema y de la innecesaria intranquilidad e intromisión en nuestros espacios con términos y actitudes totalmente irrespetuosas. Nunca más.
Pienso en cada una
de nosotras, yo incluida, cuando vamos por la ciudad con miedos y
prisas queriendo llegar a casa sanas, vivas.
Reclamo a los
políticos que se incluya la igualdad de género, real y efectiva en
todos los planes de estudio y de convivencia. Empecemos desde ahí,
juntas, todas las fuerzas para que nuestras hijas e hijos crezcan en
un modelo educativo que contemple y potencie a todos por igual.
Quedan pocas horas,
pero hoy he hecho huelga, con conciencia. Hay muchos motivos, es una huelga feminista y todo lo que atañe a la situación de la mujer hoy es motivo de alzar la voz.
Y he de deciros que en la
concentración de la Plaza Cervantes esta mañana me he emocionado
mucho viendo a mujeres maduras, a adolescentes , abuelas y nietas
coreando lo mismo, Unas con más ímpetu que otras, pero estando ahí,
juntas , reivindicando y viendo a mi alrededor a un grupo largo de
personas conocidas, sensibles que mirábamos en la misma dirección.
Anoche un buen amigo
me recordaba que en el libre ejercicio de hacer huelga o no, NO debía
juzgar a quién no la hacía, pues válidas son sus justificaciones
y porque cuestionar es ya una afrenta. Y es un aprendizaje que me he
obligado a realizar desde el respeto, que, a menudo, perdemos en la
firme creencia de llevar una misión a término.
Y por último,
deciros que no vamos a ningún lugar
sol@s.
Deseo que mi hijo crezca reinventado igual que yo. Deseo que los
hombres estén a nuestro lado, los que ya lo sienten y creen como los
que están en proceso. Que juntos lleguemos lejos y que cuando él ,
libre, desarrolle su vida sólo o en pareja, sea una persona sensata y respetuosa con tod
@s.
César Bona hoy, se
definía feminista, porque el feminismo no le genera un conflicto de
identidad, no va en contra de sus derechos y no le hacía menos
hombre. Y yo quiero estar junto a esos hombres con los que iremos
haciendo los cambios necesarios y factibles para hablar y ejercer la
igualdad.